jueves, 12 de julio de 2012

¿Y si?

Cuando aparece en la pantalla la palabra fin muchos nos damos por satisfechos, se ha cerrado el relato y el micromundo en el que hemos vivido durante dos horas ha desaparecido fundiéndose a negro, para siempre. Uno de los trucos menos aplaudidos por el espectador medio que nos ha traído el cine moderno es el final abierto. A muchos no les suele gustar tener que imaginar qué ha pasado con la historia, tener que acabarla. Parece que hemos dejado a nuestros personajes solos, desprotegidos flotando en un limbo en ese mundo que solo dura dos horas. A mí los finales abiertos me parecen un recurso fácil para no pensar mucho, pero es una opinión. De todas formas, ¿tener un final cerrado; quiere decir que acaba ahí? Si hay boda, si hay reconciliación y abrazo, si mueren los malos o si se salvan los buenos, ¿significa que está todo acabado? Para nosotros, espectadores de dos horas, sí, se ha acabado la historia como manda la regla; una película tiene inicio, nudo y desenlace y queremos un desenlace. Pero ¿y si ese mundo ficcionado siguiera su curso? ¿y si nuestros personajes siguieran viviendo sus vidas? Pues llegarían las segundas partes. En cine normalmente, las segundas partes, que recordemos nunca fueron buenas, corresponden a sagas de acción y aventuras que dan mucho dinero y a las que se quiere sacar el mayor beneficio posible, pero no se hacen por el simple placer de saber qué ha pasado. Por eso me encantan las películas de las que quiero hablar.


Antes del amanecer (1994) es una película romántica que trata del típico chico conoce chica. En este caso nuestros protagonistas, (interpretados por Ethan Hawke, Julie Delpy) se conocen en un tren, pasan una noche juntos en Viena y al final de la película deciden volver a verse. Hasta aquí todo normal, aparece la palabra fin y se diluye nuestro mundo paralelo. Hemos visto una película de amor basada en el diálogo entre los dos protagonistas, con un poco de amor pero sin empalague y aunque no nos haya entusiasmado nos vamos felices a casa. Sin embargo, puede que esa noche antes de dormir, una duda nos asalte, ¿se volverían a ver? 
Una década después el director y los actores se juntaron nuevamente y nos hicieron el mejor regalo, a nosotros y a los personajes, otra noche juntos. A diferencia de la mayoría de las segundas partes aquí han pasado los años en la vida real y en nuestro mundo imaginado, nada de envejeciemientos artificiales y ambientes recreados. Han pasado diez años para todos y la magia del cine hace que nuestros personajes se encuentren de nuevo, esta vez, en París. En Antes del atardecer (2004) les acompañamos en esta segunda cita en la que descubrimos lo que ha sido de ellos en todo este tiempo.
Aunque la película no sea el colmo de entretenimiento se ve con ganas y con una sonrisa pero, sobre todo fascina estar delante de esas segundas oportunidades que tan pocas veces se dan en la vida. Aunque llegados al final como si quisieran tomarnos el pelo vuelve a nuestra cabeza la misma pregunta que diez años atrás.¿Tendremos respuesta otra vez? Parece que sí.

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