lunes, 11 de noviembre de 2013

El escándalo de Miley Cyrus. Espera... llámalo mejor marketing

Todos los ojos del mundo del faranduleo estaban puestos ayer en Ámsterdam para ver cual era la próxima ida de olla de Miley Cyrus en los EMA. Y no defraudó a nadie, se fumó un porro.
 
Miley Cyrus en los EMA 2013
 
 Para quien ande un poco perdido os pongo rápidamente en antecedentes. Miley Cyrus es una niña prodigio/explotada de Disney con un posible trastorno de desdoblamiento de personalidad porque se pasó su infancia haciendo de Hannah Montana que era una adolescente normal por el día y una estrella del pop por la noche, y claro se acabó confundiendo con la propia Miley, que de hecho no se llama ni Miley en realidad. El problema viene cuando se cumplen los 16 años y se acaba Hannah Montana y hay que darle una salida a una niña que nunca tuvo vida normal.
Miley Cyrus como Hannah Montana
 
Entonces fue cuando Miley sacó un disco, Party in the USA, y no cumplió con las expectativas. A partir de ahí me imagino reuniones de sabios del mundillo del espectáculo intentando buscar una solución al fracaso de la marca Miley. Estaba claro que la imagen de niña Disney ya estaba pasada y que había que evolucionar. El regreso tenía que ser sonado, algo de magnitudes planetarias porque había que hacerle sombra a las reinas del pop estadounidense que ya tenían el caminito bien allanado, véase Rihanna, Lady Gaga, Katy Perry o Taylor Swift. Miley tenía que encontrar algo que la hiciera pasar de 0 a 100 en poco tiempo, una bomba, algo que la pusiera en todos los titulares del mundo. Y fue entonces cuando decidieron ir por el camino fácil. En lugar de centrarse en una música que sin la correspondiente campaña de promoción mundial nadie iba a escuchar, se decantaron por la provocación. Lo tenían muy fácil, la niña Disney saca los pies del tiesto y se desmadra. Supongo que Miley puso mucho de su parte encantada de poder sacar su lado más provocativo tanto tiempo aplastado detrás de las orejas de Mickey.
 
Portada de Bangerz, nuevo disco de Miley Cyrus
 
La campaña de marketing mejor orquestada del año comenzó con un corte de pelo radical, problemas  de pareja con su prometido Liam Hemsworth que no tardó mucho en desligarse de esta locura, y una nueva pose ante los fotógrafos sacando la lengua. Luego llegó su primera canción We can`t stop, con un vídeo a ritmo de twerk, el baile más subido de tono que pudo encontrar. Y ya estaba todo hecho. Un número uno en toda regla. Pero aun quedaba lo mejor y el escenario no podía ser otro que el escenario de los premios MTV, cadena en su momento conocida por ser arriesgada, no por poner programas de maternidad adolescente. Miley se marcó un sensual o asqueroso baile, según se mire, sin dejar mucho a la imaginación y con eso si que lo consiguió. Escandalizó a medio mundo, con documental de la propia cadena que semanas más tarde enseñaba el proceso de gestación incluído, por si alguien se pensaba que no estaba esto organizado al milímetro para sacarle el mayor partido. Como se dice en inglés, Go big, or go home.
En las siguientes semanas no se hablaba de otra cosa, ocupó titulares en todas partes y como no, catapultó a Miley al número uno de las listas de ventas lo que vino acompañado con un nuevo vídeo en el que la cantante, que estaba vez sí parecía que cantaba algo, se desnudaba por completo subida en una bola de demolición. Para qué queremos más. Más titulares y la familia Cyrus mientras, haciendo caja.
Miley Cyrus en los VMA 2013
 
Lo último de la ex estrella infantil ha sido fumarse un porro en el escenario. Añadir más leña al fuego, digamos. Conseguir por todos los medios que esta pompa de éxito dure el mayor tiempo posible. Seguir escandalizando al personal para que hablen de ella, haciendo suya la máxima de que hablen de ti, aunque sea mal. A algunos les parecerá horroroso, a otros brillante y a otros solo les hará gracia, la enésima intentona de un juguete roto por firmar su nombre en el cielo de las estrellas. Pero que nadie se engaña y sienta pena por Miley Cyrus. Sabe bien lo que hace, y no me cabe ninguna duda de que conocía las consecuencias de lo que estaba haciendo, las buenas y las malas. Que se estaba vendiendo al morbo y sellando su carrera junto al escándalo fácil de enseñar carne. Ella y todos los que la rodean conocen mejor que nadie los entresijos del show bussiness y esta vez la jugada les ha salido redonda. Después de este post, por cierto, conmigo que no cuenten más para que me lleva las manos a la cabeza pensando en lo que se ha convertido Hannah Montana.

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